9. El Introito

Acabadas las oraciones al pie del altar, comienza la preparación para el Sacrificio, hasta el momento del Sacrificio mismo. Dicha preparación tiene como finalidad inspirar en los asistentes pensamientos, afecciones piadosas y buenas resoluciones, a fin de disponer para celebrar con dignidad los santos misterios. Se compone por una parte, de lecturas y enseñanzas a fin de vivificar y reafirmar la fe; y por otra, de cantos y oraciones que puedan excitar la piedad. La fe y la piedad, son en efecto, las condiciones más indispensables par asistir dignamente y con fruto a la Misa. Recordemos la peitición que se hace a Dios en el Canon en el Memento de Vivos, cuando se habla de todos aquelos “cuya fe y devoción bien conoces” [quorum tibi fides cognita est et nota devotio]. Estas oraciones y cantos varían según el momento del año eclesiástico y las fiestas que lo componen.

El introito es el canto de un salmo muy abreviado. Se compone de un versículo de un salmo, seguido de un Gloria Patri, combinado con una antífona tomada del Salterio, o bien de algún libro del Antiguo o Nuevo Testamento, y en algunos casos, elaborados por la Iglesia misma. En el tiempo pascual, en que la Iglesia vive la alegría de la Resurrección de Jesucristo, se añaden dos o tres veces el alleluia. Y en el tiempo penitencial, no se reza el Gloria Patri, que es un canto de alabanza y alegría dirigido a la Trinidad.

Al llegar al altar, y tras el rezo en silencio del Aufer a nobis… el sacerdote va al lado de la epístola, abre el Misal y se santigua al comenzar a leer las primeras palabras del Introito. Los salmos, o los fragmentos de salmos han sido elegidos según el momento del año eclesiástico, con el que está tan mezclada la celebración de la Misa. Será preciso tener en la mente el sentido de cada fiesta que se celebra, para darles la interpretación más adecuada y al mismo tiempo más susceptible para edificar la piedad.

El introito da el tono de la solemnidad que está celebrando, y se relaciona con otras oraciones como el Gradual, el Ofertorio y la Comunión. Como además, las otras oraciones y las lecturas variables están todas en armonía, la Misa entera constituye como una nota fundamental única, que es la idea principal de la fiesta del día.

(Cfr. N. Gihr: Le Saint Sacrifice de la Messe, vol. 2, p. 11 ss.)

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